Coordinador Nacional de la Campaña - Director Sinapsis CDSC
No obstante, la indiferencia de algunos medios masivos de comunicación para con nuestra convocatoria, tal y como nos lo propusimos, el viernes 12 a las 12 (doce de septiembre a las doce del medio día), acompañados de REDEPAZ que, de manera incondicional nos ha apoyado en esta causa, estuvimos en la Plaza Bolívar de Bogotá para convocar a más de un centenar de personas que coincidieran con nosotros en que este país necesita el bálsamo de las palabras para menguar nuestras incertidumbres, la imaginación de millones de ciudadanos y ciudadanas que sueñan con un país más creativo y menos violento (más creativo a la hora de superar sus diferencias y con más imaginación para solucionar sus conflictos).
A nuestra cita acudió un grupo de entusiastas personalidades y espontáneos asistentes que, a punta de versos y notas musicales, quiere que este país haga una seria reflexión sobre la necesidad de superar los altos márgenes de impunidad y olvido que están quedando en medio de la persistente violencia en la que se obstinan los diferentes grupos armados, estrategas, ideólogos y financiadores de la guerra.
Con versos y melodías quisimos conjurar, al menos por ese día, los embates dolorosos de la guerra, rendir un homenaje a las víctimas y pedir que aparezcan ya los miles de desaparecidos; que los desplazados puedan retornar a sus lugares de origen, que les sean devueltas sus tierras y dignidad; que los secuestrados puedan volver de una vez por todas al seno de su hogar; que se abran verdaderos procesos de justicia para los victimarios, sus financiadores y sus representantes políticos y, sobretodo, que podamos cortar de raíz la peste del olvido que una vez desterró de la tierra a los habitantes de Macondo y ahora nos amenaza con extenderse a toda Colombia bajo el amparo de leyes y decretos.
En la tarima estuvieron representantes simbólicos de esta Colombia que aún anda en pos de un vestigio de esperanza, una tregua al menos, para elaborar tantos duelos acumulados: Una madre que anda en busca de noticias de su hijo desaparecido; una líder de comunidades desplazadas de Cazucá en Soacha; una pequeña delegación de mujeres y hombres familiares de las víctimas de tortuosas masacres y desapariciones sucedidas en Trujillo, Valle, hace más de una década; varios defensores de derechos humanos desplazados de sus regiones; y un profesor y su hija, que desde su natural Nariño emprendieron una peregrinación por diferentes rincones del país y el mundo, caminantes de la paz, pidiendo libertad para los secuestrados.
Con ellos, un puñado de soñadores solidarios que leyó versos propios o prestados, clamando por la paz, la justicia y la equidad social. Palabras y versos revolotearon por una carpa donde la gente se sentó a escribir sus versos espontáneos, se aferraron a la superficie de dos murales dispuestos para ser habitados de manera permanente por la poesía y, desde el micrófono abierto para todos y todas, partieron en busca de almas sensibles que las quisieran escuchar-adoptar en lo más íntimo de sus anhelos.
Y al culminar la jornada, cuando la tarde nos anunció la caída de un manto leve y nocturno, la presencia vital de varios grupos artísticos y juveniles, con sus notas y partituras musicales, nos reportaron que la misión había sido cumplida, satisfactoriamente cumplida, y que allí, como lo dijera un espontáneo artista de la calle –creativo empírico del rap para mayores señas-, en los minutos iníciales del evento, “a punta de versos y palabras, se había empezado a cocinar algo por la paz de Colombia”.
Ver registros fotográficos del evento en: http://www.new.facebook.com/photo.php?pid=789751&id=639200911&op=1&subj=16030307391&view=all&aid=-1&oid=16030307391&fbnew_opt_in=6#/group.php?gid=16030307391&ref=share
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